Lili Maleene #ViernesDandoLaNota

Hace algunos días cuando opté en #VDLN por un tema de John Lennon, Mind Games, y escribí sobre el lema de “haz el amor y no la guerra”. Alguien comentó, al respecto, que la música y las guerras no se llevaban bien. A mí me parece que están más unidos de lo que pueda parecer a simple vista. La música llega a aquellas partes de nuestro cerebro regidas por la emoción. Donde todo cala profundamente y es por este motivo que la música, utilizada con astucia, es un lenguaje sutil muy útil para adoctrinar y aleccionar o bien para dar fuerzas, coraje, o luchar con la esperanza de volver a casa al evocar a un amor.viernes dando la nota 2

De todas formas para centrarme, porque por desgracia guerras ha habido y habrán muchas, me voy a ceñir a un momento histórico: la Segunda Guerra Mundial, básicamente para conmemorar, desde este pequeño espacio, que el 7 de este mes de mayo se celebró el 70 aniversario de la rendición alemana. Y una vez más voy a concretar: ya que no estoy muy bélica y porque la idea de este post nació con motivo del lema de “haz el amor y no la guerra” me inclinaré por una canción de amor muy famosa: Lili Marleen en dos versiones; la primera interpretada por la mítica Marlene Dietrich, en una época en que las stars de Hollywood lucían en todo su esplendor y se ceñían a su papel las 24 horas del día, dentro y fuera de la pantalla. La segunda por Lale Andersen, que fue la registró el tema en 1939, y la que lo pasó bastante mal en sus actuaciones “protegida” por la Gestapo.

Música que habla de esperanza, de un reencuentro con la persona amada, infundiendo valor para seguir vivo y no rendirse a la desesperanza en el interior de unas trincheras, a las que habían sido llamados, meros soldados rasos que probablemente no habían buscado estar ahí, o sí, se habían visto engullidos por un agujero maloliente, agradeciendo la oportunidad de sobrevivir a la mala suerte de nacer en un mal momento histórico.

Generaciones de hombres y mujeres que vivieron un período de entre guerras demasiado corto. Generaciones que ya habían perdido demasiado en un conflicto, el primero, mal curado, que caminó, tras el espejismo de unos pocos años felices, hacía un jueves negro, ¿o era un martes? De alguna manera se había de gestionar ese desastre del crack del 29 y desafortunadamente una salida viable era el conflicto. Sí, a pesar de los New Deals, lo que realmente inició la reactivación económica fue la industria pre-bélica, aun a costa de la sangre, el sudor y las lágrimas que prometía Churchill a los ciudadanos. Así que sumergido bajo la punta del iceberg que eran los nacionalismos o las ideas políticas, manejaba sus cuerdas aquel al que denominan «poderoso caballero» que no entiende para nada de altruísmo con los pobres, empatía con el paro ni, por supuesto, de amor a la humanidad.

Pero a pesar de todo ello el mundo seguía hacía adelante: esos soldados, aquellos que daban la cara por los intereses de otros, seguían soñando, hablando de política, amando y escuchando música, aquí no importaba el bando, la música es universal al igual que los sentimientos.

De todos es sabido que las guerras son capaces de sacar a la luz las peores miserias de cada ser humano, aunque me gustaría romper una lanza por aquellos que supieron ofrecer lo mejor de sí mismos entre tanta mezquindad. Sí, las guerras poseen la capacidad de hacer emerger los sentimientos más profundos de los seres humanos y también entre ellos está el amor. El amor hecho canción: Lili Marleen.

Lo curioso de esta canción es que nació en Alemania en la Primera Guerra Mundial, una canción de amor de un soldado Hans Leip, antes de partir al frente ruso, a su novia Lili. ¿Os acordaís del acordeonista de Edith Piaf? Es muy similar. Un soldado enviado al frente añorando su vida anterior en la soledad.
Lili Marleen alcanzó su auge en la Segunda Guerra Mundial y traspasó fronteras, a pesar de que canciones de este tipo había muchas, convirtiéndose en una especie de himno entre los soldados de ambos bandos.

Pero parece que esto fue un fenómeno popular, porque se dice que Lili Marleen no era del agrado de Goebbels (ministro de propaganda del tercer Reich) que la encontraba demasiado triste y melancólica, en definitiva deprimía a las tropas, quería algo más marcial. Esto es un claro ejemplo de lo que apuntaba al principio: la música es un arma más de guerra en manos del poder. Por otra parte puede ser un arma de doble filo porque, volviendo a Lili Marleen, su prohibición de transmitirla en radio Belgrado acabó en protestas enfervorecidas especialmente entre las tropas de África y el ministerio de propaganda tuvo que tragarse el orgullo y retirar la prohibición. Así que Lili Maleen siguió sonando entre las tropas y en las ciudades.

Lili Marleen y su expansión es la prueba de que a pesar de las ideas, de las fronteras, de las diferencias culturales, las políticas diversas… en lo más profundo de cada ser humano permanece la idea de que es mucho mejor el amor que la guerra. Y si no es así prefiero pensar que lo es.

14 Comments

  1. Rafa Hernández
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  2. Mi único norte
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