Como dicen, el tiempo vuela, y antes de que nos demos cuenta, nuestros adorables pequeños empiezan a acusar cambios que denotan que están dejando la infancia atrás para iniciar un nuevo periodo: la pubertad. Una escala más en la imparable carrera hacia la adultez.
La pubertad se inicia sobre los 10 años, aunque, como en la mayoría de las cosas, cada niño tiene su ritmo particular. La pubertad es aquel periodo que se caracteriza por una sucesión de cambios físicos en el cuerpo de los niños y niñas, cuyo objetivo final es el de que adquieran la capacidad reproductora.
Púber, etimológicamente, procede del latín, y significa joven. De ahí el significado de pubertad, el paso de la niñez a la juventud. Los cambios físicos que se producen en este periodo afectan emocionalmente a los niños/as de diferente forma: algunos ante la evidencia se muestran reticentes a dejar la infancia, otros por el contrario están encantados de hacerse mayores. Sin embargo, de una forma u otra, a todos les remueve en su interior observar cómo el cuerpo va cambiando. Lo mejor es que cuando los cambios físicos resultan incipientes, los niños conozcan lo que les va a ocurrir. Gracias a ello podrán vivir este proceso como algo natural y positivo.
Entre los cambios físicos que mejor se aprecian está el típico estirón. Durante este periodo crecen rápido, las niñas antes que los niños. Por otra parte, la grasa corporal se distribuye de diferente forma. Con lo que empiezan a desaparecer las barriguitas tan típicas de los niños. En las niñas se moldean las caderas y la cintura, empieza a emerger el pecho. En ocasiones, en la fase inicial notamos un aumento de peso, empieza a aparecer vello, tanto en las axilas como pubis, acné, la primera menstruación en las niñas y la producción de espermatozoides en los niños, vello facial, olor corporal,…
Impulsando la producción de estos cambios se encuentran las hormonas, de ahí la típica frase popular sobre el comportamiento de los adolescentes de que «tienen las hormonas revolucionadas».
Y es que los cambios físicos van relacionados con cambios psicológicos . El hecho de que el cuerpo cambie de una forma relativamente rápida hace que a veces quede mermada su autoestima. Sin embargo, es un proceso natural, y hay que vivirlo como algo de lo más normal y esperado.
Es inevitable que al acostumbrarse a su nueva imagen y ante la incertidumbre que les producen estos cambios, necesitan que estemos allí, acompañándoles y ofreciéndoles todo el apoyo que necesiten. Al respecto, me remito a un párrafo de Abrázame Mamá de María Luisa Ferrerós: «Aunque tu hijo sea más alto que tú y haga mucho tiempo que no lo acunas, pierde la compostura y atrévete. La negativa inicial se vence con facilidad. (…) La proximidad física acorta las distancias emocionales y refuerza los vínculos afectivos. Estos paréntesis actúan como bálsamo y ayudan a salir airosamente de las situaciones más complicadas. ¡Probadlo! Seguro que repetiréis».
1º Es básico que el niño esté informado, para asumirlo como un proceso natural y necesario. Para ello, además de hablar del tema en cuanto surja la ocasión, pueden ser de ayuda los cuentos y libros específicamente dedicados a la pubertad.
2º A medida que avanzan en la pubertad se empiezan a distanciar de nosotros y adquiere mucha importancia el grupo de amigos. Sin embargo, no debemos olvidar que aunque a veces se muestren algo ariscos, nos siguen necesitando todavía. Así lo corroboran en su libro Niños de altas capacidades, cómo gestionar sus emociones: «aunque haya una demanda creciente de independencia, el lazo que les une afectivamente no se rompe, más bien se afianza, aunque se expresa de manera totalmente diferente de los primeros años. Cuando un niño no encuentra en su medio familiar, las condiciones normales de afecto compartido aparecen las frustraciones afectivas».
3º Es importante que mantengan su espacio y su privacidad. Y no están de más las palabras de Rosa Jové, Ni rabietas ni conflictos, sobre el hecho de compartir con los hermanos: «Llegada a una cierta edad, los niños necesitan intimidad, un rincón para ellos, tener sus secretos y su diario. El hecho de tener que compartirlo con un hermano puede dificultar la convivencia. Consiga que cada uno pueda tener pequeños espacios propios».
4º Fomentar su autoestima ya que este es un periodo que en la mayoría viene marcado por la inseguridad. Tienen que adaptarse a su «nuevo cuerpo»
En definitiva, la pubertad o el inicio de los cambios físicos que les preparan para la vida adulta, es un periodo que se ha de superar como parte del ciclo vital, que no producirá demasiados inconvenientes si los niños saben a lo que se enfrentan y poseen el apoyo incondicional de sus padres.