En esta ocasión en la iniciativa hay vida después de los seis abarcamos el tema de lo que nuestros hijos quieran ser de mayores.
Cuando son pequeños nos sacan algunas risas cuando afirman taxativamente que quieren ser trapecistas o cantantes famosos, por poner un ejemplo, y a ciertas edades, en mi opinión, con no fomentar roles sexistas es más que suficiente. Ya habrá tiempo para decidir lo que es mejor para cada uno según sus preferencias y perfiles personales.
Sin embargo, al llegar a la adolescencia, o más adelante, cuando se acerca el bachillerato y es necesario tener alguna idea para escoger las diferentes asignaturas, la cosa se complica.
Y ¿por qué? Porque es fundamental un buen enfoque sobre su futuro, que les permita desarrollarse lo más satisfactoriamente posible como personas. Una vez entras en un sector laboral, y especialmente si permaneces en él varios años, es difícil, aunque no imposible, reinventarse y cambiar. Así, que a mi parecer, es importante ir bien preparados desde un buen principio.
Qué factores influyen en tomar una decisión sobre el futuro profesional
Nosotros, en nuestro rol de padres, no debemos decidir sobre este aspecto por nuestros hijos, sino que es necesario que sean ellos mismos, a ciertas edades, los que tomen sus propias decisiones relacionadas con el futuro.
El papel, tanto de padres como educadores, se limita a proporcionarles orientación y asesoramiento.
En el momento de tomar una decisión hay diversos factores que resultan ineludibles:
– Es importante que lo que quieran ser de “mayores” se adecue a su carácter y forma de enfocar su vida. Así, una persona muy sociable es difícil que se encuentre cómoda en un trabajo solitario, o al contrario un carácter más huraño y distante con los demás es extraño que disfrute orientándose a la atención al cliente. Una persona altamente creativa raramente encontrará satisfacción en una actividad monótona y repetitiva. Hay quien prefiere el trabajo autónomo, sin tener que rendir cuentas a nadie, o quien por el contrario necesita un trabajo más pautado.
No es cuestión de cerrar puertas tampoco, sino de calibrar lo que puede representar, a largo plazo, estar en un medio que no se adecue a la propia personalidad.
– Conocer las propias capacidades y aptitudes. Es fundamental elegir unos estudios que te conduzcan a un trabajo para el que tu propio perfil de competencias personales encaje. Si a un adolescente no se le dan bien las matemáticas o la física, no tiene ningún sentido ponerse a estudiar una ingeniería, aunque sea con vistas a un futuro profesional que proporcione mayor nivel de bienestar en un futuro. Lo más probable es que se queden los estudios sin terminar.
Antes de tomar una decisión es recomendable examinar el sector profesional a que se quiere dirigir. Me refiero a hacer una especie de “estudio de mercado”. Hay trabajos con mucha demanda y otros que por el contrario están saturados. No es que sea un elemento crucial, ya que siempre puede haber la excepción que confirme la regla, pero sí es importante valorar las posibilidades antes de empezar.
– A estos factores se une la capacidad de decisión del adolescente. Hay algunos que lo tienen claro, tan claro que hasta asustan, y en cambio, otros que se sumergen en un mar de dudas, valoran pros y contras, y al final no saben por qué decidirse. Si la falta de capacidad de decisión dificulta la elección del bachillerato, lo mejor es quitarle importancia para que se relajen y puedan pensar con serenidad. Siempre es posible cambiar el rumbo, ya que al llegar a la universidad podrán escoger la opción que quieran, independientemente del tipo de bachillerato, aunque eso sí, faltará base y será doble trabajo.
Cómo orientar a los hijos en la elección profesional
1º El primer punto, y hay que tenerlo muy claro, es que la decisión es personal y solo incumbe a vuestros hijos. Podéis compartirla o no, pero no es demasiado ético, en mi opinión, obligar a ciertas edades a escoger un futuro profesional que no les motive.
2º Lo que sí podemos hacer, como he avanzado anteriormente, es orientarles, si están a punto de entrar en bachillerato, sobre las diferentes carreras u otras opciones de estudio.
Normalmente, en los colegios ya les ayudan, pero si percibís que lo necesitan, poneos con ellos a buscar información y dar vuestras opiniones sinceras y atender a las de ellos mediante escucha activa.
3º A estas alturas, probablemente llevaréis años intentando que se conozcan a sí mismos y trabajando su educación emocional. Pero si las cosas no están claras, siempre se puede recurrir a propuestas que inviten a hacer un ejercicio de introspección.
4º Es importante valorar sus puntos fuertes y demostrárselo, fomentar su autoestima. Todo ello derivará en una seguridad que facilitará que se fortalezca su capacidad de decisión.
A través de Internet es posible acceder a numerosos cuestionarios de orientación, tanto para bachillerato como para estudios superiores. No está de más darles un repaso.
La cuestión es que las decisiones que se tomen respecto al futuro no sean apresuradas. Que el grado de información que reciban nuestros hijos sea amplio pero no excesivo. Hay que ir descartando y profundizando, ya que un exceso de información a veces te puede colapsar. Por tanto, información coherente, concreta y concisa, que se pueda asimilar con facilidad, es lo que les hemos de ofrecer. Además de, como siempre os digo, nuestro apoyo incondicional y el respeto a su manera de ser, de pensar, y enfocarse.
Todavia recuerdo el día que decidí que rama de bachillerato coger. Es tan importante el apoyo y la orientación!. Un saludo
Si, lo es!!
Creo que uno de los grandes errores de nuestro sistema educativo, incluso a mas amas nuestromodelo de sociedad ,e s esta especilaizacion tan marcada, tan temprana y que se nos hace y vende tan dificil de mover o cambiar. Tu misma comentas lo dificil que puede ser reinventarse..pero en realidad no deberia ser asi!! Tanto personalmente como en mi circulo intimo, he vivdo desde gente hundida por no ser capaz de reciclarse, hasta los que nos hemos dado tres veces , la vuelta como calcetines. No me gusta la idea de que “no hay vuelta atras” o por lo menos que es muy dificl…Me veo siendo mal apoyo para esas eleciiones, porque me niego a que mi hijo, tan pequeño, “se case” con una opcion, que aunuqe el sistema diga son lentejas, intentare dejarle calro, que uno no ES, uno ESTA o se COMPORTA, y por lotanto , puede dejar y cambiar cuando quiera.
Gracias por hacerme reflexionar sobre algo que esta a la vuelta de la esquina.
Comparto tu opinión, demasiada rigidez en el sistema y asimismo pienso que tendría que haber más oportunidades para de golpe cambiar y reinventarse totalmente. Yo también aliento a mis hijos a cambiar, a que los errores sirven para aprender, y que el mundo no es blanco o negro, ya que es la única forma de que tu camino no sea una linea recta sino varias interconectadas, de este modo se amplian más nuestras posibilidades. Gracias a ti por pasarte!!
Aixx, aún recuerdo decirles a mis padres que quería estudiar COU de letras y luego la carrera de historia del arte. Me miraron raro, muy raro. Mi padre intentó convencerme de hacer derecho. Mi madre lo que fuera pero que me quedara en casa. Al final me fui fuera a estudiar y estudié lo que quise y aunque no trabajo de lo que estudié, hice lo que mi corazón me pedía.
Es muy difícil decidir a una edad tan temprana el futuro que vas a querer. Cuando estaba en la carrera, no era como me la imaginaba, no estudiaba como creía y al final quería cambiarme de especialidad. No lo hice, porque mis padres son de los de: lo que empiezas lo acabas y así terminé.
Pero pienso que si en vez de hacer elegir tan temprano a nuestros hijos se les dejara decidirse ya dentro de la universidad… Es decir. Puedes ser una persona proclive a las letras o a las ciencias. Escoger asignaturas que tiren por esas especialidades y poco a poco especializarte en aquello, que a lo mejor con 16 años todavía no estás seguro si te gustará o es a lo que te quieres dedicar.
Lo que tengo claro es que el día que le llegue a la peque de la casa, que aún queda mucho pero el tiempo vuela, no haré como mis padres. Ayudaré, alentaré y sobre todo acompañaré en su decisión, sin hacerla sentir mal o incómoda con ella.
Saludos
Sí tienes razón. Yo también estudié lo que quise y tampoco me dedico a ello pero lo tenía tan claro creo que si volviera a nacer volvería a estudiar la misma carrera. Lo tenía bastante claro pero es cierto que a ciertas edades tendría que haber mas apertura para cambiar de especialidad. Saludos
Uf, me queda aún muchísimo para llegar a estos temas, pero me parece muy importante. Estoy de acuerdo con la forma en que lo planteas: la decisión final es de ellos, pero es necesario una buena orientación. Tenemos un sistema de estudios muy rígido y empiezan a hacer elecciones cruciales tan pronto que necesitan toda la información posible.
Sí es así y es que además son muy jovenes para saber lo que quieren hacer. Aunque claro está, los hay que lo tienen más claro que otros!!
Demasiada y muy completa información para asimilar de golpe. Demasiado de lo que acordarme cuando, en unos años, me toque a mí ese papel de orientación.
Coincido contigo en que la especialización se realiza demasiado pronto. Si los adultos nos reinventamos al menos una vez en la vida, cómo exigirle a los “niños”
que con apenas 16 años tomen tal elección. Resulta poco práctico y temerario y así nos encontramos al final adultos frustrados y sin vocación en el desarrollo de sus tareas profesionales. La falta de vocación repercute inevitablemente en la productividad.
Yo me considero una privilegiada. Mis padres trataron de orientarme, pero no interfirieron en mi decisión, a pesar de que no era totalmente de su agrado. Y siempre les estaré agradecida. Ellos tenían razón, pero yo también y siempre me he sentido muy satisfecha de, contra todo pronóstico, haberme ganado la vida con aquello para lo que estudié. Es cierto que, como ellos decían, podría haber tenido una vida más desahogada con otro empleo, pero el mío me gusta y eso no se paga con dinero.