Momo, al teatro con la compañía de Anna Roca

Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar con mi hijo de la representación de la versión libre de Momo a cargo de la compañía de Anna Roca.
Si queréis que os sea sincera, no tenía la intención de reseñar la historia en un principio, pero debido a que tanto mi hijo como yo disfrutamos muchísimo de este espectáculo, no he podido resistirme a contaros nuestras impresiones.
Además, se trata de un espectáculo itinerante, con lo que aún tenéis la oportunidad de verlo. Podéis consultar el calendario en la Web de la compañía Anna Roca.

Momo, versión libre de la compañía de teatro de Anna Roca

De todos es conocida la novela “Momo”, un clásico de la literatura juvenil, escrito por Michael Ende.
A veces, la mejor forma de hacer crítica social es a través de los ojos de un niño. De los ojos de un niño que sean capaces a retrotraernos a nuestra infancia y a valorar si realmente aquel pequeño que algún día se perdió en el tiempo sigue estando ahí. Ende logró plasmar toda su grandeza en la mirada de Momo, una novela, que como os he contado en alguna ocasión, fue una de mis preferidas en la infancia.
La compañía de Anna Roca ha adaptado la novela a una obra de teatro dirigida a niños de 8 a 16 años.

Momo, junto a sus amigos Gigi y Beppo, nos conducirá a su mundo repleto de imaginación, amistad y vocación de ayuda desinteresada. Junto a ella nos enfrentaremos a los hombres de gris para devolver a la humanidad el tiempo que atesoran en el banco de tiempo.

Opinión personal de Momo de la compañía Anna Roca

La adaptación de la compañía de Anna Roca ha sabido captar a la perfección el mensaje y el escenario de la novela, a través de la exposición de la historia de Momo conducida por la propia Anna Roca, junto a Jordi Gilabert y amenizados con la música de Marta Rius.

Los actores, a lo largo de la representación, encarnarán a los más variados y variopintos personajes, que les servirán de plataforma para demostrar su gran capacidad de interpretación. Los cambios de voces, los gestos, la expresividad de los artistas… captaron enseguida nuestra atención, que se mantuvo alerta hasta el final.

A que nos sumergiéramos completamente en la historia también contribuyeron los efectos de sombras, luces, marionetas,… que los propios intérpretes manejaban.

El pequeño escenario era un ir y venir de situaciones. Una obra que personalmente percibí con mucho movimiento y vitalidad, capaz de mantener al público expectante durante los 55 minutos que duró la representación.

Por otra parte, el escenario, que simula un invernadero abandonado, es al mismo tiempo el espacio dedicado a acomodar al público, lo que contribuye a que el espectador se sienta como partícipe mudo de la historia, arropado por un espacio íntimo y acogedor. El contraste entre el escenario más iluminado y el exterior, sumido en la penumbra, también nos hace centrar en el ambiente y plantearnos si quizá han buscado ese efecto para mostrar la oposición entre el mundo más luminoso de Momo y el oscuro mundo de los hombres de gris.

Una obra de la que disfrutamos muchísimo y que me permitirá introducir a Michael Ende, uno de los escritores favoritos de mi niñez, en la biblioteca de mis hijos. Además de poder invitarles a reflexionar sobre el ritmo de vida actual y sobre la “necesidad” de estar inmersos en esa vorágine diaria prácticamente sin darnos cuenta. Aprender a parar, escuchar y disfrutar de los detalles que nos ofrece la existencia.

Michael Ende escribió una historia que sigue vigente a día de hoy. Sin embargo, a lo largo de estos años, a mi parecer, algo está empezando a cambiar y no precisamente para mejor: en Momo los niños eran los únicos capaces de mirar desde otra perspectiva (aunque no los dejaran jugar), pero a medida que avanzamos los vamos introduciendo en el estrés cotidiano de los adultos. Les transmitimos nuestras prisas, les llenamos el tiempo libre de actividades, en detrimento del juego y la libertad, olvidándonos de que ellos, los pequeños, tienen una noción del tiempo completamente diferente.

En definitiva, Momo nos invita a reflexionar, junto a los niños, sobre el camino de la Humanidad y los valores vitales. A cuestionarse de hasta que punto nos manejan esos hombres de gris y a aprender a disfrutar de aquellas cosas de la vida que realmente no tienen precio.

2 Comments

    • montsar

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