La adolescencia es una etapa que algunos tachan de difícil y complicada. Sin embargo, no lo veo así: para mí es una etapa evolutiva que inevitablemente está sujeta a cambios. Los adolescentes son como una oruga encerrada en su capullo, en continua metamorfosis en su paso hacia la edad adulta.
No obstante, tanto para ellos como para nosotros, sí que es verdad que a veces resulta complicado adaptarse a esos cambios, integrarse en un grupo, reafirmarse a sí mismos como individuos y ello conlleva altibajos emocionales o actitudes contradictorias en las que pueden pasar del blanco al negro en un breve espacio de tiempo.
En ese camino, nosotros como padres, debemos apoyar y, en la medida de lo posible, facilitar que esos cambios se desarrollen de forma positiva. Y digo en la medida de lo posible porque una de las cosas que implica la adolescencia es la progresiva adquisición de autonomía.
Es importante ser conscientes, de que si ya en la niñez no resulta positivo actuar como mamá gallina, en la adolescencia, considero que es algo bastante contraproducente para su correcto desarrollo. Los adolescentes necesitan su espacio, los amigos adquieren un protagonismo que no habían tenido hasta ahora. Pero, a pesar de ello, si a lo largo de los años hemos sabido favorecer un clima de confianza y sabemos mantener cierta distancia podremos acompañarles. Porque aunque a estas edades, aunque ni ellos mismos se lo crean, todavía nos necesitan.
Dentro de los rasgos carácteristicos de la adolescencia, que he mencionado, la reafirmación de la propia personalidad y la integración en el grupo pueden conllevar determinados gustos estéticos. Es aquí donde entra la posibilidad de que quieran teñirse el pelo, ponerse piercings o hacerse un tatuaje tan mono como el que lleva su mejor amiga. No hay que escandalizarse, es normal que se preocupen por la apariencia personal, y a lo mejor sus gustos no coinciden con los nuestros. Tampoco hay que perder la calma e imponer nuestro criterio porque sí.
Aquí los padres deben jugar con dos elementos: la diplomacia y el conocimiento de que para ellos es importante tomar sus propias decisiones, auque a ciertas edades su comportamiento oscile, según el momento, entre niño y adulto.
Personalmente debo decir que a nivel de estética soy bastante permisiva. Es más, mis hijas tienen gustos y estilos de vestir totalmente diferentes entre sí. Soy muy consciente que las niñas, en un futuro, podrían pasar por diferentes etapas y un día querer ir de góticas y al siguiente de perroflautas. Mi opinión es que hay que dejarles, que necesitan probar y hallar su espacio.
Sin embargo hay ciertos límites y básicamente son que la adolescencia, como vengo repitiendo a lo largo de todo el post, es cambiante, lo que hoy es lo más, mañana quizá no. Y por este motivo, lo que nunca les dejaría hacer sería algo irreversible de lo que se pudieran arrepentir al cabo de los años. Por poner un ejemplo, si se quiere tatuar algo de One Direction con 12 años, lo más probable es que se arrepienta con los años.
O bien que en un futuro pudiera perjudicar su integración en el mercado laboral. En la adolescencia, generalmente no se tiene claro qué es lo que se va a hacer y hay ciertas profesiones en las que valoran elementos del aspecto personal y no admiten tatuajes, piercings y demás modificaciones.Incluso en algunos colegios hay normas estrictas que limitan su uso.
No obstante, en el supuesto caso que me pidieran un tatuaje o algún otro tipo de intervención estética irreversible, no les cerraría las puertas sin más. A esta edad ya entienden bien las cosas, aunque se muestren obcecados e intransigentes a veces. Al final, el diálogo, aunque no nos lo parezca, no cae en saco roto. Simplemente abogaría por que esperaran un tiempo.
Mi conclusión es que hay que dejarles, dentro de unos límites, mientras lo que hagan no les pueda perjudicar en el futuro. Dar un margen de confianza, y pensar que ya pueden empezar a tomar algunas de sus propias decisiones.
En definitiva, hay que dejarles crecer como personas y si para ello es necesario que se tiñan el pelo de rosa, pues que se lo tiñan. Que quieren un piercing, que se lo pongan, ya que siempre están a tiempo de poder quitárselo.
Habrá quien no esté de acuerdo conmigo, pero en este aspecto soy bastante flexible. Y de momento debo decir que no me he enfrentado tampoco a grandes dilemas.
Las prohibiciones tajantes por parte de los adultos solo conducirán a que revindiquen lo que desean con una fuerza renovada y nos embarcaremos en una lucha de poder, que a mi entender, tiene poco sentido y puede servir para cerrar las puertas de una buena comunicación. Como he dicho anteriormente, diálogo, mucho diálogo y si algo de lo que quieren lo vemos perjudicial hay que encontrar argumentos razonados y fuertes, capaces de convencer sin imponer.
Recurrir a las prohibiciones también puede conducir a que actúen a escondidas de los adultos, y, en ese sentido, remarcar que no todos los establecimientos donde los realizan poseen las medidas higiénicas necesarias.
Hay que darles un voto de confianza, los adolescentes están en una etapa en la que son capaces de hacer muchas cosas y de ser responsables. Hay que observarles y estar atentos a los posibles problemas que puedan surgir, porque es una etapa de paso, más que limitarles.
Para terminar os dejo con unas palabras de Robert Epstein, experto en temas de creatividad y adolescencia, extraídas del libro «El talento de los adolescentes” de José Antonio Marina:
«Creo que no les damos la oportunidad para demostrar lo que son capaces de hacer. Hemos insistido tanto en las prohibiciones que los adolescentes tienen que gastar una parte importante de su energía en saltarse prohibiciones. En mi último libro he dedicado sendos capítulos a mostrar que los adolescentes son capaces de pensar muy bien, de amar, de resistir el esfuerzo, de ser creativos y de asumir responsabilidades.
Estoy contigo que las prohibiciones tajantes no funcionan y menos a estas edades, por el contrario hacen efecto rebote.
Un voto de confianza como tu bien dices quizás es lo mejor.ç
besos
Qué te voy a decir a ti que también estás viviendo esta etapa!! Besos
Siempre digo que las prohibiciones son nuestros errores en la educación! Sé que voy a pasar por ello sí o si, así pues como tú dices, confió en su criterio y sobre todo en haber hecho bien mi trabajo para que me escuche y se deje aconsejar
Sí, si confías en ellos lo perciben (lo mismo al revés aunque te lo calles) y el buen criterio se va adquiriendo a medida que van creciendo así que más o menos ya se va percibiendo or donde irán los derroteros!!
LA verdad es que tus palabras están llenas de sensatez y eso es lo que, en ocasiones, nos falta a las madres cuando encaramos problemas de gran envergadura como este. Te tomaré la palabra, sobre todo en lo de las negativas tajantes, que después, además de tragarnos nuestras palabras, acabamos generando un deseo irrefrenable de desacatar las normas. Tengo tanto temor a la adolescencia que creo que no podré disfrutar de ella y NO QUIERO!!!
Muchas gracias por participar
Sí las negativas tajantes y más sin argumentos son fatales!! No temas a la adolescencia nosotros de momento vamos bien, aunque nunca se sabe lo que puede pasar, creo que en esa etapa es donde empiezas a recoger los frutos de las bases educativas yo estoy segura que la vas a disfrutar!!! Gracias a ti por esta iniciativa!!
Muy de acuerdo con tus palabras… Las prohibiciones no nos conducen a nada más que desear con más fuerza aquello que nos niegan
Acabo de pasarme por tu post y coincido con tu visión también. Lo de las prohibiciones lo comprobé desde que eran bebés, así que imagínate en la adolescencia 😉