En la iniciativa de Merak Luna, hay vida después de los seis, se propuso tratar el tema del deporte y los hábitos saludables. Particularmente me voy a centrar en el deporte.
Debo reconocer que me ha resultado complicado centrarme para escribir el post, y no posponer el momento. Y es que el ejercicio físico es uno de aquellos aspectos en los que, como madre, reconozco que debería esforzarme más.
La mayoría de los padres se preocupan para que sus hijos adquieran hábitos de vida saludables. Practicar algún deporte o el ejercicio físico habitual resulta fundamental para que se mantengan y crezcan sanos. La teoría me la sé, lo que me parece más complicado es la tarea de aplicarla en el devenir cotidiano.
¿Por qué es necesario que los niños hagan deporte?
De todos es sabido que cuando hacemos ejercicio nos sentimos con más energía. Contribuimos a la prevención de futuros problemas de salud, ya que son muchas las enfermedades que se derivan del sedentarismo. El ejercicio físico también contribuye a mejorar nuestro bienestar puesto que minimiza el estrés… Me mantengo informada en todo lo que tenga relación con la educación y el bienestar de los niños, y prueba de que me gustaría que mis hijos hicieran más deporte lo podéis corroborar en este post que publiqué sobre los beneficios de hacer deporte hace unos cuatro años en otro blog. Lo confieso, intenté empezar bien: de pequeños aún practicaban deporte, el peque empezó con 6 meses la >matronatación.
Pero no es lo mismo llevar a un bebé a matronatación que arrastrar a un adolescente al gimnasio. Y aquí, al llegar a estas edades se muestra la inevitable prueba de mi fracaso. Lo siento, nadie es perfecto, y reconozco que en el tema del deporte no lo llevo nada bien. Durante las vacaciones de verano ¡me alegré tanto cuando mi hija mayor me dijo que iba a quedar con sus amigos para ir a correr! Incluso les dije que si querían también les podía prestar las bicis. Sin embargo todo quedó en palabras, supongo que por aquello del refrán “Dios los cría…”. Aunque al menos la intención estaba allí y eso es bueno.
De hecho, en casa la intención existe, falla la continuidad, nuestra realidad particular dista mucho de lo que sería el ideal. Y es que, en mi opinión, el deporte, al igual que por ejemplo ocurre con la lectura, resulta más eficaz la adquisición de buenos hábitos cuando observan a unos progenitores entusiasmados con el deporte.
Ni mi marido ni yo somos grandes deportistas, mi actividad deportiva (qué no física) no va más allá de un poco de bici, rutas fáciles de senderismo y alguna que otra temporada en el gimnasio… ¿Cómo vas a arrastrar a los niños a hacer deporte cuando tú misma te escaqueas cada vez que tus amigas te proponen ir a correr?
Y yo no digo que seamos una familia sedentaria. Sin embargo, el deporte se reduce a actividades espóradicas, no hay hábito adquirido de ejercicio físico. A mí también me cuesta arrastrarlos a algo para lo que no están predispuestos.
Luego está el tema de la gimnasia escolar, que continúa todo en la misma onda: ¡Ay las pruebas de resistencia corriendo! Una de las niñas se rinde siempre. Creo que lo que ha adquirido es ¡el hábito de la retirada! Por más que antes de salir de casa vaya bien aleccionada: -No te retires, aunque te tengan que sacar en ambulancia… Me da igual, pero, ¡por favor, no te rindas!
En su favor debo alegar que esta primera semana de colegio ha venido muy motivada porque el “profe” la ha felicitado por aguantar los 10 minutos seguidos del primer día. A ver si hay suerte y se sigue esforzando.
Sufro durante los días de calor cuando los tienen en medio del patio con un sol de infierno y salen extenuadas. Sinceramente, más de una vez he estado tentada de mandar una nota al profesor diciéndole que a las 12 del mediodía a 30º el ejercicio tiene que ser moderado. Y con está perspectiva, la otra niña, la que no se rinde en las pruebas de resistencia regresa con dolor de cabeza y mareada, y si vuelve por la tarde al cole es bajo los efectos de una dosis de iboprufeno.
Así que con semejante cuadro, a mis hijas les viene de perlas de que exista la parte teórica en gimnasia, que es su as bajo la manga para salvar decentemente esta asignatura. Por suerte, el niño tiene mejor predisposición al ejercicio físico.
Alguna vez me he planteado apuntarlos a algún deporte. De hecho las niñas fueron varios cursos a clases de baile de esbart. Sin embargo, y a pesar de mi insistencia en que lo mantuvieran, al final las tuve que borrar. Las opciones que hay generalmente con deportes extraescolares ocupan dos días a la semana o sábados.
Y a mi esto de añadir más obligaciones el fin de semana, después de pasar la semana inmersos en horarios interminables, deberes y actividades dirigidas no me convence del todo. Si el horario escolar no fuera tan largo… Además, se ha de unir el tema económico, mis hijos ya hacen cada uno 2 extraescolares, sumar tres pagos más acaba con el presupuesto para ellas.
Tampoco encajo el ambiente que se vive en determinados deportes de equipo, como por ejemplo el fútbol, en los que se destila, por lo poco que he visto, demasiada competitividad y no solo en los niños. Y digo yo que esto debe ser así porque se implican y lo disfrutan. A mi las competiciones deportivas me generan un estado de sopor…
Y otra punto en contra de apuntarlos a deportes es: ir con los niños arriba y abajo. Cuadrar los horarios de tres a veces resulta complicado.
Así que esa es mi realidad y mis pobres argumentos para no reconocer que en el tema del deporte lo estoy haciendo fatal. Así que si alguna tenéis una solución de algo que no tenga horarios exagerados, que no te robe los sábados, que les entusiasme a los poco deportistas (y que no sea el Just Dance, que eso ya lo hacemos) que sirva para que crezcan sanos y fuertes, os agradezco las ideas y sugerencias al respecto.
¡Jajaja! Yo seré peor, no te preocupes. Nosotros no hacemos nada de deporte. M. se va por las mañanas a caminar, pero yo lo dejé estar porque ya tengo poco tiempo para mí y mis pequeños placeres (lectura, escritura, etc.) como para ir quitándome más. Y no creas que todo tiene que ver con el ejemplo, es una cuestión de gustos: en mi casa mi madre ha ido toda la vida a gimnasia y a mí no me ha dado por ahí. Mi hermano, en cambio, jugaba a fútbol. Pero, ya te digo, no sólo es el ejemplo, también les tiene que nacer. Yo desde que acabé el instituto que no he hecho deporte, ni me gusta el senderismo, ni la bicicleta, nada. XD
No se, no sé…Peor que nosotros…Me quitas un peso con o del ejemplo!! Siempre he creído que una de las causas es precisamente esa: mi mal ejemplo!! Pues ahora dentro de unos meses yo iría haciendo (tranquilamente) algo de natación y cuando sea el momento me apuntaría a las clases de preparación al parto que es una gimnasia muy suave (te lo digo yo que ya ves) y eso te irá muy bien para el parto. Te lo digo porque es lo que hice yo y me fue muy bien!!! Besos
Muy identificada con lo que cuentas. El deporte es la asignatura pendiente en casa. Mi marido y yo siempre decimos que vamos a cambiarlo, pero de una forma u otra no lo hacemos. Mis hijos son aún demasiado pequeños y me exigen dedicación completa. ¿De dónde saco tiempo para ir al gimnasio o a nadar (que es lo que más me gusta)? ¿A quién lío dos o tres veces a la semana durante todo el año para que se quede con los peques mientras yo me voy? Es inviable que pague a nadie y no puedo someter a semejante esclavitud a las abuelas, que ya ayudan bastante.
Pero estoy de acuerdo contigo: es cuestión de hábitos. Si yo estuviera acostumbrada de siempre, lograría integrar esos momentos en mi vida igual que tengo integrados mis momentos de lectura.
Sé que tenemos que cambiar nuestros hábitos, pero me he visto reflejada dentro de unos años en este post. Yo tampoco quiero liarme los sábados con partidos, porque es cuando vamos al pueblo (allí por lo menos hacemos senderismo y montan en bici) y la cuestión económica, como en vuestro caso, será otro factor a tener en cuenta.
Muy buen tema para hacernos reflexionar. Besos!
Sí, creo que vamos a la par!! Además siempre nos atraen otro tipo de actividades que al hacer balance parecen más enriquecedoras pero al momento de la verdad te dejan sin hueco para el deporte. Pero supongo que es eso no lo conseguimos integrarlos porque es mucho más fácil integarr aquello que realmente nos gusta!! besos
De pobres argumentos nada de nada!!!! Que a mí me parecen argumentos más que válidos que me llevan a pensar que, por desgracia, el deporte se asocia demasiado a la competición Quiero decir que un niño no puede practicar baloncesto en el seno de un club por el placer de jugar, sino lo ha de hacerlo con la competición como fin. Lo mismo le sucedió a mi hija, por ejemplo, con la natación. Llegó un momento que en el club en el que comenzó a ir a clases para aprender a nadar tenían que dar el salto al equipo de competición, con todo lo que eso conllevaba -mayor numero de horas de entrenamiento, más exigencia, competiciones-. También coincido en lo complicado que resulta compaginar estas prácticas como extraescolares. Así que ya te digo, desde ya, que a mí tus explicaciones me valen al cien por cien 😉
De hecho es lo que comentas y lo que debería ser una actividad lúdica y placentera al quedar envuelta con este halo de profesionalidad y competitividad se convierte en algo cargado de obligaciones. Por el mismo motivo las borré del baile: cuando pasaban a profesional y de un día a la semana se convertía en dos y además más actuaciones que acostumbraban a ser en fin de semana. Y se me descuadraban los horarios de otras actividades. Besos
No pienses que lo haces fatal, sino que haces lo que buenamente puedes. Yo comparto contigo que ir con ellos arriba y abajo, que luego les quede poco tiempo de juego y dispersión es un argumento tan plausible como otro cualquiera.
El deporte, la música, el inglés … al final todo es interesante y necesario. Qué priorizamos? Ahí esta el kit de la cuestión.
Sí lo que se puede. Porqué como bien dices hay que priorizar!!! Besos