Perigord Noir, un capricho para los sentidos

Todavía bajo la embriaguez de la experiencia en el Perigord Noir, escribo mientras la lluvia resbala por la ventanilla. El sonido del parabrisas acompasa mis pensamientos. Se transforman en notas de regreso a casa. En mi regazo se posa la nostalgia mientras me alejo del Valle de la Dordoña en la Nouvelle Aquitaine.

Me llevo una maleta repleta de paisajes verdes, flores de primavera, castillos, pueblos salidos de un cuento en los que cada piedra que atesoran es parte de un rico patrimonio que se debe cuidar.

Sarlat

Mi primer encuentro con el Perigord Noir y el Valle de la Dordoña fue el pequeño pueblo de Sarlat. Traía grandes expectativas en mi equipaje. Al atardecer, nos instalamos en el acogedor hotel Nâad en pleno centro histórico de Sarlat.

A cada paso, que nos adentraba en el núcleo histórico, mi corazón se aceleraba. No conseguía fijar la vista en nada. Cada rincón me descubría algo nuevo para admirar.

He aquí la antigua iglesia de Santa María, unos pasos más y la misteriosa linterna de los muertos que iluminaba el camino de los que ya eran etéreos…

Linterna de los muertos Perigord noir Sarlat

Las rosas explotando de alegría en forma de vivos colores que se encaramaban por algún rincón.

O la casa que perteneció a Etienne de la Boétie, la más fotografiada de Sarlat. Esa misma tarde sucumbí rendida a la belleza de este pueblo medieval.

Para digerir tal cúmulo de emociones nos dirigimos al restaurante Le Bistrot. Allí disfrutamos de los placeres de la mesa degustando los platos más típicos de la región, por supuesto, no podía faltar el canard. Oh, mon dieu!, ese canard que estallaba en infinitas texturas en el paladar.

Restaurante sarlat

Regresamos al hotel acompañados por la luz tenue de las farolas de gas. El color cálido de esta luz sobre la piedra caliza de los edificios que solo se puede apreciar en Sarlat.

Farola de Gas en Sarlat

Al día siguiente, un miércoles cualquiera, el bullicio de los merchants llenaba de matices la Plaza de la Libertad. Fresas de rojo intenso, trufas negras, conservas, patés, miel, productos artesanos o de cercanía, inundaban las calles. Mientras tanto, alegremente, nos mezclamos con la gente y nos dejamos seducir por su colorido ambiente.

Jardines de Eyrignac

Abandonamos Sarlat, por unas horas, para envolvernos de los matices verdes de los Jardines de Eyrignac. Allí nos trasladamos hasta el s. XVIII para emular a las antiguas damas del París dieciochesco, paseando entre árboles pulcramente podados en las más originales simetrías y motivos geométricos, bajo la supervisión y el mimo constante de maestros jardineros, capaces de crear artísticos remansos de paz en plena naturaleza.

Jardines de Erignac Perigord noir, Valle dordoña nouvelle aquitanie

Castillo de la Commarque

Nos dejamos llevar por carreteras secundarias, que mudamente invitan a recrearse en el paisaje, para descubrir el Castillo de la Commarque, cuyo propietario, Hubert de Commarque, lo rescató del olvido. Nos supo transmitir el amor por un rico legado histórico que se remonta a la época prehistórica.

El castillo de la Commarque se eleva imponente hacía el cielo, la huella de los años y los acontecimientos marcada en cada una de sus piedras…Y mientras subimos a su torre, nos invade un espíritu romántico capaz de inspirar al propio Byron.

Castillo de la Commarque

Castillo des Milandes

Y soñando con gestas de caballeros medievales, acabamos en el Chateau des Milandes, un castillo directamente sacado de un cuento de hadas. Érase una vez… el Chateau des Milandes. Perteneció a una princesa…, no de las que nacen, sino de las que se hacen, que tejió su destino con la fuerza de su espíritu.

Llegó a gobernar su reino encantado. Sus sueños, del color del Arco Iris, un día la destronaron. La desterraron del palacio que conserva su esencia en cada rincón. La señora del Castillo de Milandes fue Josephine Baker. Mientras nos adentramos en el interior de Milandes, sus vestidos, objetos cotidianos, nos invaden el alma mientras sus canciones flotan suavemente en el ambiente.

Chateau Milandes Perigord Noir

Les Gabares de Beynac

Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado. Nosotros seguimos dejándonos llevar por la magia del Perigord y el Valle de la Dordoña. Perdiéndonos en las callejuelas estrechas y empinadas de Beynac hasta subir al castillo. Para ya, de vuelta, acercarnos al puerto fluvial y dejarnos mecer por las aguas tranquilas del Dordoña navegando en una barcaza. El agua, los castillos, el verde de la ribera, las aves nadando libres, nos dan una imagen bucólica para llevarnos del Perigord Noir, el Valle de la Dordoña.

PAseo en barco Peynac. Perigord Noir Valle Dordoña Nouvelle aquitanie

Saint Géniès

El tiempo se detiene y nos invita a la slow life, seguimos recorriendo pueblos que son amor a primera vista… Paramos en Saint Géniès. Se avecina tormenta, el viento toma vida en las hojas de un viejo y frondoso árbol que nos habla en susurros… Es el árbol de la Libertad. Nos cuenta que llegó hasta aquí el Día de la Victoria (8/5/1945). Los habitantes de Saint Géniès lo plantaron repletos de dicha. Celebraban el fin de la ocupación. Bajo su corteza habita el anhelo de un futuro mejor y el mensaje de no olvidar jamás el horror de las guerras. Qué grande te has hecho, arbolito, y los humanos, ¡no aprendemos! .

Cartel del arbol de la Libertad Saint Genies

Lascaux IV

Nuestra aventura en pos de la esencia del Perigord Noir termina en Lascaux IV. Aterrizamos en pleno s. XXI al entrar en el moderno edificio… Pero, de repente oímos algo, ¿un sonido en la lejanía? ¡Son los ladridos de un perro! ¡Es Robot!.

Descubrimos Lascaux a través del mágico relato de Víctor, nuestro guía en español. En milésimas de segundo retrocedemos 20.000 años y vivimos una inmersión total en la Prehistoria durante unas horas.

Lascaux IV

Debo confesar que los viajes en el tiempo despiertan el hambre, reponemos fuerzas en el Café Lascaux. Nuestra mesa se inunda de productos de proximidad que satisfacen nuestros paladares. Saboreando Lascaux IV ponemos fin a nuestro descubrimiento del valle de la Dordoña.

Muslo de Pato en Café Lascaux. Perigord Noir . Valle Dordoña. Nouvelle Aquitanie

Sigue lloviendo en el coche. Levanto la vista, guardo mi diario de viaje, cierro los ojos y siento como late en mi corazón la impronta del Perigord Noir.

Paisajes del Perigord Noir. Valle de la Dordoña Nouvelle aquitanie.

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