Hacía tiempo que teníamos ganas de preparar una ruta para ver campos de lavanda en la Provenza, y este verano, por fin, nos decidimos.
De hecho, estuvimos 2 días en ruta por diferentes pueblos, circulando por carretera y deleitándonos con paisajes espectaculares y pueblos con encanto. Por supuesto, campos de lavanda contrastados con otros colores y otros cultivos que vale la pena disfrutar.
El primer día hicimos una ruta pasando por 3 pueblos con encanto: Forcalquier, Sault y Manosque. El segundo día salimos desde Manosque hacia Valensole, Digne-les-Bains, Sainte Marie de Moustiers, para terminar en el Lac de Sainte Croix. Esta segunda ruta es de la que os voy a hablar.
Valensole y sus enormes campos de lavanda
Valensole es un pequeño pueblo situado en la region de Provenza-los Alpes-Costa Azul, Departamento de Alpes de Alta Provenza, en el distrito de Digne-les-Bains. Si algo caracteriza a Valensole son los inmensos campos de lavanda que encontraréis a lo largo de la carretera, tanto antes de llegar como a la salida. La mejor época para acercarnos a Valensole es la primera quincena de julio, aunque dependerá de las condiciones climáticas del año. Nosotros pasamos por allí los primeros días de julio y aunque, como podéis apreciar en las fotos, la floración estaba avanzada, creo que le faltaba un pelín de madurez.
El pueblo de Valensole en sí no me llamó demasiado la atención, aunque no se puede negar que es un pueblo acogedor de estilo provenzal. Lo que más me gusto de Valensole es la plaza principal presidida por una fuente.
Digne-les-Bains, capital de la lavanda
¿Sabiais que Digne-les-Bains es la capital de la lavanda? Es asimismo la capital del departamento de los Alpes-Alta Provenza. Digne es un destino turístico conocido por sus aguas termales que se encuentran al norte.
A principios de agosto se celebran las fiestas de la lavanda, que duran 5 días.
Allí, lo primero que hicimos fue dar un paseo para conocer el pueblo. Desde el Boulevard Gassendi, una de las principales arterias de Digne-les-Bains, terminamos en una rotonda. En la misma, se encuentra la oficina de información turística.
En la Oficina de Información Turística solicitamos un plano y recomendación de lo que podíamos hacer en Digne-les-Bains, que básicamente era visitar el casco antiguo y la catedral de Notre-Dame-du-Bourg. El casco antiguo es pequeño, podéis pasear por algunas callejuelas estrechas, también descubriréis calles más grandes con edificios coloridos de típico estilo provenzal.
Si vais con tiempo, desde Digne-Les-Bains salen numerosas rutas de senderismo que merecen la pena, ya que el entorno paisajistico que rodea a Digne es precioso.
Si os apetece tras el paseo, justo a la salida de Digne-les-Bains encontramos una zona con pequeños lagos. Hay dos: uno para navegar y el otro preparado para el baño (Plan d’eau des Ferréols), ya que el río Bléone atraviesa Digne.
En el sur de Francia llevar bañador en el coche es un imprescindible, lo digo por experiencia. En días de calor, seguro que encontráis algún lugar para refrescaros. La zona de baño de Digne está muy cuidada, con un pequeño lago artificial, rodeado de césped y árboles. Dispone de socorrista, servicios y restaurante. Se puede acceder con perro y hay zona de parquin gratuito. Vale la pena acercarse y refrescarse, especialmente en los días de más calor.
Tras el baño nos fuimos al pueblo que más nos gustó de todo el recorrido que hicimos aquel día: Sainte Marie de Moustiers. Por el camino seguimos haciendo alguna parada por los campos de lavanda, que esta vez ya no se veían en amplias llanuras, sino que los encontramos rodeados de montaña.
Sainte Marie de Moustiers, uno de los pueblos más bonitos de Francia
En el parque natural de Verdon se ubica Sainte Marie de Moustiers, que está reconocido como uno de los pueblos más bonitos de Francia y doy fe de ello. Sinceramente, me enamoró este pueblo, elevado sobre un cañón, desde la carretera se nos muestra espectacular. Una vez llegamos a Sainte Marie de Moustiers, descubrimos el encanto de sus casas de colores, sus fuentes, sus flores. El contra es que es muy turístico y estaba lleno a rebosar.
Nos llamó muchísimo la atención el hecho de que en la cima de la montaña donde se ubica el monasterio hay una gran estrella colgada de una pesada cadena. Desde abajo se ve una estrella brillante a cualquier hora del día.
Cuentan que esa estrella (aunque parece ser que ha sido substituida varias veces) la mandó colocar el duque de Blacas, a modo de exvoto o promesa, al regresar de las Cruzadas. Cuando los sarracenos lo hicieron prisionero, prometió colgar la estrella si regresaba con vida a Sainte Marie de Moustiers.
Se puede subir a la cima a través de un tramo de bastantes escalones para llegar a la capilla románica.
En la parte baja, el centro del pueblo, si algo lo caracteriza, es el agua. Además de las fuentes, en pleno centro, surge un salto de agua, también un acueducto. Hicimos una parada para reponer fuerzas en la terracita del Hotel Les Relais de Moustiers. Un rincón muy acogedor que queda algo aislado de la calle. Se encuentra justo al lado de por donde pasa el río. No había gente y el rumor del agua bajando con fuerza lo hacía aún más agradable. Ideal para hacer una parada y relajarse.
El único contra que le encontré a este pueblo encantador es que estaba demasiado masificado. Hay zona de aparcamiento a la entrada del pueblo, pero ya os digo que nos fue difícil aparcar.
Lac de Sainte Croix en el Parque natural de Verdon
La última parada de nuestra excursión fue el Lac de Sainte Croix. Desde el hotel de Manosque en el que estábamos alojados, nos recomendaron fervientemente la visita. Realmente valió la pena, el lago también se encuentra en el parque natural de Verdon. Es un lago enorme de 2200 hectáreas. El color de las aguas es de un azul espectacular, al igual que los paisajes del entorno. Una auténtica maravilla natural que no os podéis perder si estáis por la zona.
De hecho, data de 1973, cuando se creó al construir una presa. A lo largo de su orilla se han habilitado varios espacios que funcionan como playa. También vimos mucha gente practicando deportes de agua. En las zonas habilitadas había bastante gente, pero es tan grande que si queréis dar un paseo más tranquilo. Seguro que encontráis alguna zona en la que seguir algún sendero a la sombra de los árboles de distintas especies.
Cuando planificamos la excursión habíamos pensado en parar en un par de pueblos más, pero no nos dio tiempo. Aunque las distancias son cortas, las carreteras son de montaña y se tarda en llegar de un lugar a otro.
Realmente vale la pena hacer una buena excursión, no solo para ver los campos de lavanda en plena floración. En la Provenza hay que disfrutar de los pueblos bonitos, de sus paisajes naturales, y su gastronomía. En la Provenza siempre nos hemos encontrado con una gran amabilidad y buena acogida. Para nosotros el sur de Francia casi es ya como nuestra segunda casa, sin duda el año que viene repetiremos.